Papá, mamá, soy el único de la clase que no tiene móvil, me voy a quedar aislado

¿Qué podemos hacer y decir ante esta presión que ejercen los niños?

Educación

¿Qué podemos hacer y decir ante esta presión que ejercen los niños? – Entrevista mediaset David de Cubas

¿Hay alguna edad por debajo de la cual no resulta conveniente regalar un móvil a un niño? ¿Por qué?

Un regalo es algo especial. La intención de un regalo es que la otra persona se sienta agradecida por lo que ha recibido, pero quien hace un regalo también tiene que ser consciente de su responsabilidad sobre aquello que entrega. Un móvil no es un simple teléfono. Es mucho más que eso. Tiene múltiples funciones (gps, cámara de fotos y video, grabadora, infinidad de juegos, posibilidad de chatear y estar expuesto a las redes sociales, publicar contenidos de todo tipo, escuchar música, ver videos, comprar cosas, ect…)   que permiten a un menor tener acceso a todo tipo de información y libertad para utilizarla según su criterio.

Por otra parte, existe un riesgo importante de que se visualicen contenidos que pueden ser contraproducentes para su edad o de que soliciten información sensible que puede vulnerar derechos o la intimidad de los demás; posibilidad de hablar con gente que se pueda hacer pasar por otra persona; comprar con una tarjeta bancaria cualquier cosa sin prestar atención al valor de las cosas, etc.

Por ello, debemos tener cierta confianza en que la persona que lo recibe hará un uso responsable de este tipo de dispositivos y en términos generales, esa edad se sitúa en torno al final de los 12 años y los trece años.

Por otro lado, supongo que, a partir de una edad razonable, dependerá de cada caso.

Es evidente que a los 12 o 13 años no todos los niños y niñas tienen el mismo grado de madurez.  El desarrollo evolutivo en cada uno de ellos es diferente y los contextos sociales también. Además de ello, el estilo educativo que la familia haya puesto en marcha desde la infancia, es decir, en el periodo 0-12/13 años, será un buen indicador del grado de responsabilidad que ese niño o niña ha adquirido. Obviamente, también influyen las variables de personalidad de cada individuo.

Desde la aparición de los smartphones hasta la actualidad ya se han demostrado algunas consecuencias que el mal uso de estos dispositivos tiene sobre el comportamiento y la motivación de la persona. Se han dado casos de ausencia de control del tiempo, impulsividad, agresividad verbal, sobrepeso por conducta sedentaria, aislamiento social y familiar y más grave aún, dejan de hacerse actividades propias de la edad 0-12 como puede ser pintar, construir, jugar al aire libre, hacer batallitas con los muñecos o desarrollar la imaginación inventándose cosas como una nave espacial con una caja de cartón…etc, imprescindibles para el correcto desarrollo evolutivo de los niños y niñas.

Por lo tanto, antes de los 12/13 años el niño/a puede ser vulnerable en su fuerza de voluntad para hacer un uso adecuado de este tipo de dispositivo tecnológico. Al ser tan motivante, abandona otras actividades tan importantes en la primera infancia, como la de jugar. No debemos olvidar que cuando un niño/a está jugando desarrolla la imaginación, la creatividad, el lenguaje, la simbología, la percepción de las cosas a través de los sentidos, las habilidades sociales y personales entre muchas más cosas. Podríamos comprobar fácilmente cómo ese niño o niña muestra una actitud activa, motivación y voluntad propia de seguir jugando y de crear lo que esté en su imaginación.

Sin embargo, cuando le dejamos utilizar un móvil su cerebro presta atención exclusiva a un contenido guiado por la aplicación que esté jugando, donde todo le viene dado, donde puede decidir verlo o cambiarlo, donde puede aprender cosas que ya están configuradas de una forma determinada. Es de suma importancia resaltar que las habilidades del pensamiento creativo, el pensamiento divergente y la imaginación, son claves para que una persona encuentre diversas soluciones a las adversidades que la vida va poniendo por delante.

Seamos razonables, podemos dejar que nuestro hijo/a menor de 12/13 años juegue con un smartphone pero éste NO PUEDE SER el único entretenimiento con el que pase todo su tiempo de ocio.

¿Cómo podemos saber si nuestro hijo tiene la madurez suficiente para tener un móvil?

Nuestros hijos e hijas son un reflejo de nosotros mismos. Con nuestro estilo personal y familiar, educamos inculcando nuestros miedos, nuestros pensamientos, nuestras aficiones, nuestras creencias, nuestros valores y principios.  Imaginemos una familia en la que unos días exijan a los hijos/as que colaboren con las tareas de casa y otros días decidan hacer las cosas para evitar estar repitiendo continuamente las mismas instrucciones; que unos días solucionan los problemas a gritos  y otros con un tono más moderado; que durante la cena, los adultos están con el móvil, hablando, chateando, etc; que apenas mantienen conversaciones con sus hijos/as para prevenir situaciones problemáticas, por lo que acaban siempre “actuando de bomberos”, apagando fuegos.

La madurez de un sistema familiar depende en gran medida de los progenitores, ya que son el referente de cómo hay que actuar ante las cosas o situaciones que surgen en el día a día.

Veremos la madurez de un niño/a en la medida que sepa expresar sus sentimientos, cuando sepa asumir su responsabilidad ante los errores que pueda cometer, cuando sea un ejemplo para sus hermanos/as, cuando no haya que ir detrás de él o ella para que haga las tareas que tiene establecidas (ducha, poner la mesa, lavarse los dientes, sacar la agenda, arreglarse la mochila…)  

¿Qué debemos tener en cuenta?

En primer lugar,como padres y madres debemos reflexionar sobre sí hemos sido coherentes con lo que hemos dicho que íbamos hacer y lo que realmente hemos hecho. Así, la primera acción a emprender es hacer una autocrítica positiva a nosotros mismos y ver si hemos sido ejemplo de una educación que haga que la persona se sienta responsable y segura de lo que está haciendo en cada momento. Los adultos no podemos estar permanentemente detrás de nuestros hijos e hijas por lo tanto es importante enseñarle a tomar decisiones correctas cuando se encuentre solo/a ante algún tipo de adversidad que la vida le ponga por delante. ¿Será capaz de resolver sus asuntos o llamará al adulto para que le solucione los problemas?  Esto se puede ver en el día a día con múltiples ejemplos. Un niño que olvida apuntar los deberes y espera que su papa o mama a través del grupo de WhatsApp del cole le solucione la papeleta. Un preadolescente que deja su mochila después de hacer deporte para que su mamá/papá le saque la ropa y la lleve a la lavadora o el caso de otra niña que como sus amigas no quieren jugar con ella, se lo comunica a su profesora para que intervenga y les diga a las otras amigas lo que tienen que hacer.

Por lo tanto, son muchos aspectos los que deberemos tener en cuenta, pero ante todo, será la capacidad que muestre el niño/a para gestionar sus responsabilidades y las relaciones con sus semejantes, lo que nos indicará el grado de madurez que tiene para comprender el significado de un uso adecuado del móvil.

2- ¿Cuáles son los posibles efectos del móvil en niños demasiado pequeños o no preparados?

Los efectos más inmediatos se perciben en la propia conducta, dependiendo de las edades. En la medida que son más pequeños y pasan mucho tiempo delante de un tablet o un dispositivo tecnológico, el lenguaje puede tardar un poco más en aparecer. Entre los 4 y los 8 años pueden consolidarse rabietas y conductas disruptivas. En edades superiores, puede disminuir el rendimiento escolar y el interés por las responsabilidades que pueda tener en casa, aislamiento y pérdida social, niveles de frustración bajos, así como la incapacidad de enfrentarse a las adversidades por ellos mismos, recurriendo al uso de un dispositivo tecnológico, suplantando en algunos casos identidades o diciendo cosas que no se atreverían si se dieran cara a cara.

¿Cómo afecta a la cognición un uso inadecuado? ¿Aumenta el riesgo de TDAH y otros trastornos?

La inteligencia se nutre de cualquier tipo de experiencia y se ha demostrado que jugar con determinados videojuegos estimula la atención y potencia la rapidez mental. Por otra parte, hay determinados trastornos del desarrollo o la comunicación, donde la tecnología está siendo clave para estimular los aprendizajes de este tipo de niños o niñas que lo padecen. No se puede afirmar que un uso inadecuado aumente el riesgo de padecer otro tipo de trastornos, más bien es la exposición reiterada a este tipo de dispositivo la que potencia la aparición de conductas y comportamientos que pueden llegar a ser adictivos y de ahí, la aparición de alteraciones de conducta graves.

Por esta razón, deberíamos tener en cuenta que, si nuestro hijo/a tiene diagnosticado un TDHA o cualquier tipo de trastorno específico, será conveniente hacer un uso muy responsable de la tecnología, poniéndola a su alcance siempre que se considere útil para su correcta evolución.

3- ¿Qué consejos puedes dar a los padres para que controlen el tiempo que su hijo usa el móvil sin que ello les lleva a discusiones eternas?

La gestión del tiempo es clave para cualquier persona. Cuando hacemos algo que nos gusta mucho, la sensación que tenemos es que el tiempo pasa volando, es decir perdemos la noción del tiempo por nuestra actividad placentera. El uso de un dispositivo tecnológico en muchos casos proporciona este tipo de sensaciones, por lo tanto, va a ser más efectivo enfocarse en que el niño/a aprenda a autocontrolarse el tiempo, con el apoyo necesario al principio, que estar constantemente repitiendo la orden de “deja ya de jugar con el móvil”. Es fundamental que este tipo de aprendizajes basados en el autocontrol se trabajen desde que son muy pequeños. Sirva como ejemplo, la hora de irse a la cama. Cuando decimos a nuestro hijo/a “ya es hora de ir a dormir” y nos pide 5 minutos más que acaban convirtiéndose en 15 m, es bastante probable que traslade esta estrategia a otras situaciones.

4- En cuanto a las redes sociales, ¿cómo saber si un niño está preparado para usarlas?

Las redes sociales ofrecen la posibilidad de conocer personas con aficiones parecidas, ingresar en grupos de personas interesadas en temas específicos, permiten que amistades olvidadas en el tiempo vuelvan a encontrarse, etc. El peligro en las redes se origina en algunos casos, con el fenómeno de usurpación de la identidad en entornos accesibles para adolescentes y población vulnerable, como niños y niñas de corta edad.  Este tipo de casos se da cuando un menor o adolescente participa en determinados temas haciendo comentarios sobre los que obtiene respuestas que verifican sus ideas. A partir de ahí pueden surgir muchas situaciones que conllevan resultados conflictivos desde el punto de vista social y emocional de la persona.

Por lo tanto, tendremos muy en cuenta los perfiles que nuestros hijos e hijas crean en las redes, informándoles de los riesgos que conlleva subir fotos comprometidas y/o facilitar información personal u opiniones sobre determinados temas. Mi recomendación es que antes de los 13 años no se abran perfiles en las redes y sobre todo, realizar cierto seguimiento por parte de sus progenitores o tutores. Los niveles de confianza entre el padre/madre y su hijo/a van a ser determinantes en el buen uso de las redes sociales.

5- ¿Qué características debería tener un móvil de iniciación para niños? Por ejemplo, la geolocalización puede ser un arma de doble filo, ya que sirve para que los padres tengan localizado a su hijo, pero también podrían aprovecharse otras personas…

Un móvil tiene múltiples funciones. Si lo utilizamos para tener geolocalizado a nuestro hijo/a ponemos la seguridad personal por encima de otro principio que es el de la confianza. Estamos viviendo tiempos donde los niveles de confianza en instituciones, en la sociedad, en la propia educación, en la política, etc. son lamentablemente muy bajos y esto incide directamente en la educación en familia que ofrecemos a nuestros hijos e hijas. La tecnología es buena y es evidente que ha venido para quedarse. Nos aporta continuos avances y sobre todo nos permite estar más informados y tener un mayor conocimiento de lo que ocurre a nuestro alrededor. Por lo tanto, los dispositivos tecnológicos son positivos siempre y cuando enseñemos a nuestros hijos e hijas hacer un uso responsable de los mismos. Prohibir NO educa. Lo que educa es enseñar a pensar desde el momento en que los niños/as son capaces de comunicarse con otras personas y esto ocurre a los pocos meses de vida. La tecnología es imparable y cada día nos enfrentamos a nuevos riesgos. Nuestra labor como padres y madres debe basarse en promover el aprendizaje de la autogestión y del autoconocimiento. En la medida que nuestra labor educativa se centre en educar a personas reflexivas, que sientan la responsabilidad de sus actos y sus consecuencias, que desarrollen su inteligencia emocional a la hora de relacionarse con otras personas, estaremos afrontando un futuro incierto con las mayores garantías posibles.

6- «Papá, mamá, soy el único de la clase que no tiene móvil, me voy a quedar aislado». ¿Qué podemos hacer y decir ante esta presión que ejercen los niños?

Estamos ante un chantaje emocional que hijos e hijas utilizan contra sus padres y madres, con demasiada frecuencia. En estos casos, es importante entender el sentimiento que el niño o niña esconde detrás de manifestaciones de este tipo, como es el hecho de basar su felicidad en comparación con lo que ocurre a su alrededor. Si consideramos que lo normal es lo que hacen las otras personas, perdemos el sentido de la singularidad. Muchas veces nos dejamos arrastrar por el consumismo o por determinadas modas sin pararnos a pensar si es realmente adecuado para mi o mi familia. Si el hecho de ser el único/a que no lleva móvil entre los 10 y los 12 años es un signo de frustración en un menor, debemos reflexionar respecto a nuestras actuaciones durante el proceso de educación, precisamente para detectar aquellas situaciones en las que probablemente nos hemos dejado llevar por los caprichos e intereses de los niños/as en determinados momentos de la vida y por lo tanto, es lógico que traten de utilizar la misma estrategia para conseguir lo que quieren. Saber decir NO, es una habilidad muy valiosa que muy pocas personas ponen en marcha de un modo asertivo. Ante la presión que un hijo/a ejerce por obtener determinadas cosas, habrá que tener en cuenta los principios y valores en los cuales se sustenta la educación de esa familia y en base a ellos será más fácil tomar decisiones más ajustadas a la realidad.

7- ¿Alguna otra cuestión que consideres relevante?

La familia sigue siendo el núcleo principal de la educación de la persona. Es evidente que el concepto familia ha ido evolucionando con los cambios que estamos viendo en la sociedad, pero sin duda seguirá siendo el punto de crecimiento personal más importante. Cada día con más frecuencia, estamos viendo cómo los patrones en los que hemos sido educados/as por nuestros padres y madres no resultan tan efectivos en plena era digital. El contexto actual es completamente diferente ya que estamos viviendo un verdadero cambio de paradigma, en el que, a través de la tecnología, nuestras vidas, nuestras relaciones personales y nuestros comportamientos han cambiado y muy especialmente el de nuestros hijos e hijas. Su estilo de vida, sus hábitos y sus formas de comunicarse son totalmente diferentes a la nuestra.

Precisamente, este cambio de paradigma provoca que padres y madres de los adolescentes de hoy en día vivan con cierta angustia y miedo este momento actual. Por ello, la principal función de las familias consiste en enseñar a pensar cuanto antes a nuestros hijos e hijas en la toma de decisiones, en la resolución de conflictos y en potenciar el autoconocimiento de la persona en todas sus vertientes. Las personas de éxito en este nuevo modelo social serán aquellas que mejor se conozcan a sí mismas y mejor gestionen la adversidad en base a sus propios criterios y principios aprendidos en el seno de la familia.

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David de Cubas

Psicólogo, formador y escritor

Autor de  Educación Familiar en la Era Digital. Libro dirigido al crecimiento personal en el entorno educativo y familiar.

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